lunes, 8 de abril de 2013

El vestido (primera parte)

Pablo me propuso casamiento un domingo a la tarde durante nuestras vacaciones en Brasil. Al día siguiente de “la propuesta”, hicimos un paseo a Río de Janeiro y mientras viajábamos en la van, el guía puso un video con un show musical de fin de año en el que actuaban varios artistas. Como todo fin de año brasilero, todos estaban vestidos de blanco… y había muchos vestido maravillosos para retener en la mente!!!
Fijé particularmente uno de ellos. Ya estaba: era el vestido que quería. Lo amé. Volví a Uruguay 3 días después y empecé a buscarlo en google, sin saber bien cómo se llamaba la cantante, la banda o ni siquiera el nombre de la canción. No fue fácil, pero mi instinto detectivesco primó una vez más. Alinne Rosa era la muchacha que tenía el vestido que yo adoré. 

Alinne Rosa

Mientras buscaba fotos del vestido me encontré con muchos otros vestidos soñados, pero fue uno de Ivete Sangalo el que me conquistó. Muy “yo”. Con esas dos fotos en mano llegó el momento de empezar a contactar diseñadoras que pudieran hacer realidad el vestido.

La diosa Ivete


Mi hermana, otra gran adicta a internet, encontró una página que vendía vestidos del exterior. Una amiga que se casó en diciembre de 2012 había encargado su vestido por esa vía, y ella compró su vestido para mi boda también on line. Me mandó fotos de un vestido de novia que allí vendían, del estilo de los otros dos que tanto amé. Ahora sí había encontrado mi vestido (click aquí para ver más fotos)

Había que jugársela!!!


Me daba un poco de miedo comprar mi vestido en una tienda on line, pero teniendo la experiencia de mi hermana y su amiga, me pareció que nada podía salir mal. Tenía tiempo, y en caso que el vestido fracasara, aún podía de comprarme uno o mandármelo hacer.
De todas formas me reuní con dos diseñadoras recomendadas por amigas que se habían casado hacía menos de cuatro años.
La primera de ellas, llamémosle A, me recibió en su atelier. Le mostré las ideas que tenía, le conté lo que andaba buscando y lo que no me gustaba. Hizo unos bosquejos, me mostró fotos de revistas y terminó dibujando un vestido con flecos… oh sí, yo llevé un vestido con volados y ella me mostró un lánguido vestido de flecos. Me pasó precios y me dijo que comenzando en diciembre estábamos bien. Sólo por la confección del vestido, A me cobraba casi USD 1000. Asumí que en caso de elegirla, pagaría el precio de elegir a A, sólo por ser A. No me pareció que fuera una persona que me fuera a destinar la atención que yo buscaba y ni que decir que yo no estaba dispuesta a gastar ese dineral sólo por tener un vestido hecho por A (que a decir verdad, sigo sin ubicarla como una diseñadora reconocida)
La segunda diseñadora, llamémosle P, me cayó mucho más en gracia. Era más simpática, me atendió en su casa, me mostró telas, fotos… y un precio muuuucho más razonable. Ella me dijo que para llegar a tiempo con el vestido, la primera semana de octubre ya tenía que tener las telas compradas.
Después de visitar a ambas me decidí a encargar el vestido on line. En caso que cuando el vestido llegara, fuera un desastre, todavía estaba con tiempo de mandarme a hacer uno a nuevo. Si bien podía encargarlo directamente a la web, decidí hacerlo tal y como lo hizo mi hermana: a través de una señora que vendía ropa por Facebook. A fines de agosto ya había hecho el giro para que me lo trajeran. Consejo N°2: si encargan su vestido de novia, tengan mucha precaución con quién lo hacen.
(continuará...)

 

2 comentarios:

  1. ¡Acá me nombran! Jijijijijiji. Si, a mi me salió bien, no creí que podía fallar JUSTO EN ESE MOMENTO.

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