lunes, 29 de abril de 2013

Invitados


¡Qué rápido se pasó abril! Supongo que como todos los “abriles”, pero éste ha pasado volando.

El sábado pasado estábamos invitados al casamiento de un amigo de Pablo, pero imprevistos de última hora nos impidieron ir a la boda. Me hubiera encantado ir, sobre todo porque era la primera fiesta que tenía después de nuestro casamiento y seguramente hubiera mirado todo con otros ojos. Además, era el momento ideal para volver a usar mis zapatitos azules… pero tendrán que esperar hasta el próximo evento.

Eso me hizo pensar en el tema de la lista de invitados. Sin dudas que es uno de los temas que más nos complican al momento de organizar una boda.

¿Cuántos, quiénes, por qué? Creo que esa serían las preguntas que nos tenemos que hacer al momento de hacer la lista y es de las primeras cosas que hacemos cuando organizamos cualquier fiesta (al menos lo fue en mi caso)

A las pocas semanas de poner una fecha, me armé un archivo Excel y empecé a anotar: familia (que en mi caso son muy poquitos), amigos muy cercanos, amigos de la vida no tan cercanos, compañeros del trabajo. Fue una lista flexible: agregué, saqué, volví a agregar… Tenía una lista primaria de gente que sí o sí iba a invitar. Después aparecía un segundo listado de posibles invitados, básicamente de amigos con los que no he tenido tanto contacto desde hace un tiempo. Y el tercer listado (obviamente el más cortito) se componía de algunas personas que podría llegar a invitar en caso que me sacara el 5 de Oro y el dinero no fuera un impedimento para que más gente nos acompañara.

Pablo tenía su listado (con algunos invitados más) y yo el mío, hasta que un día los unificamos y empezamos a armar las mesas, pero ese ya es otro cantar.

¿Qué es lo importante al momento de poner a alguien en la lista de invitados? En los meses previos a la boda, leí mucha información y consejos sobre cómo organizar un casamiento, y algo que mi mente procesó fue lo siguiente: ¡¡¡tenemos que invitar a quienes nosotros queramos!!! Es fácil caer en la lista de “invitados por compromiso”, pero hay que tomarse unos minutos para pensarlo bien, charlarlo con nuestra pareja y decidir sin sentirnos culpables.

Hay bodas en que los padres de los novios son parte activa de la organización y muchas veces quieren tener sus propios invitados. Imagino que esa situación debe ser un poco más incómoda, ya que no se trata de compromisos de los novios, sino de sus padres... y no siempre es tan sencillo romperles la ilusión de compartir junto a sus pares, ese momento tan especial que es la boda de su hij@.

Ya han pasado casi 3 meses desde nuestra boda, y todavía hoy seguimos escuchando amigos que nos dicen lo bien que la pasaron y cuánto disfrutaron la ceremonia, la fiesta, el compartir con nosotros… y otra vez se me dibuja una sonrisa en la cara.

Buenos amigos, familia... nada más hace falta!

Para poder crear ese clima de amor y alegría, fue fundamental que nuestros invitados fueran amigos y familia querida.

Realmente hubiera querido poder invitar a algunas personas más (tres o cinco más), pero lamentablemente no teníamos el presupuesto para hacerlo. Intentamos ajustarnos a lo que podíamos pagar, no queríamos que la fiesta se resumiera en cuentas y deudas.

Previendo además que el lugar elegido era el Club Pescadores de Montevideo, tampoco podíamos excedernos con los invitados. Incluso 100 ya era un número bastante grande para acomodar de manera fluida en el salón.

Así que varios puntos limitaban la lista: el presupuesto, el lugar… y las relaciones. Alguna vez se lo planteé a Pablo de la siguiente manera: tenemos que invitar a esos amigos y familiares que nos conocen a los 2, que han estado en casa, que hemos visitado en sus hogares, los que vienen a nuestros cumples, los que han estado en los malos momentos, los que saben lo que nos gusta… En definitiva: ¡los que queremos que estén compartiendo ese momento tan especial en nuestra vida!

¿De que sirve invitar a esos primos del interior que hace años no llamamos? Seguramente vinieran pero, ¿realmente teníamos tantas ganas que estuvieran? En nuestro caso no pasó, pero sé de gente que “hace lobby” durante meses para poder ser invitado a una boda determinada. O si nos pasó… no me di cuenta!!

Si para invitar a alguien tenía que darle explicaciones del tipo: “me caso… sí, hace casi 4 años que estoy de novia… se llama Pablo… me lo presentó una amiga… hace un año y medio vivimos en Malvín” evidentemente, era un invitado que no merecía estar.

Un buen consejo: no se estresen con la lista de invitados, si no pueden o no quieren invitar a alguien por el motivo que sea, explíquenle que es una boda íntima en la que invitaron a la familia y a los amigos más cercanos. Y si esa persona aún insiste en ofenderse y encima busca hacernos sentir culpa... ¿vale la pena seguir gastando energías en darle explicaciones? Definitivamente, un verdadero amigo jamás nos haría sentir así...





2 comentarios:

  1. Me encanta tu blog. Me caso en noviembre y me viene barbaro leer las experiencias de alguien que ya paso por eso. Quiero que mi casamiento lejos del lujo sea original y muy bien recordado. Tenes unas ideas buenisimas.
    Espero tus siguientes publicaciones porque quiero leer más!!

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    1. ¡Me deja super contenta tu comentario! Es bueno saber que hay alguien leyendo lo que escribo y además que algo de lo que publico puede llegar a ser útil.
      Gracias por la buena onda y por ser parte del blog!!!

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